Autor: J. G. Bennett
Fecha de publicación en Neuronilla: 31 / 01 / 07
La gente no es creativa si está en un ambiente con el que no tiene un real contacto. En ese sentido, si deseamos pensar creativamente, tenemos que estar en el proceso del pensamiento. Entonces debemos traer a ese proceso factores adicionales que le den la calidad de creatividad que estamos buscando. Se dice que la creatividad es 99% transpiración y 1% inspiración, en otras palabras que, principalmente, es un muy arduo trabajo. Pero no hay duda de la importancia que tiene en la creatividad un segundo elemento que no podemos controlar. Lo llamaré «esportaneidad».
Si usteden leen relatos sobre actividad creativa – sea de científicos, artistas u otros – encuentran que el elemento espontáneo está realmente fuera del control de la persona. Y que, aunque venga inesperadamente, no viene sin que se cumplan antes ciertas condiciones. De ellas hablaré más adelante. Cientos de personas han descrito en diferentes épocas que el acto creativo viene como un relámpago, inesperadamente. Uno de los temas sobre el cual hablaremos es si algo puede hacerse acerca de ello o si está enteramente fuera de nuestro poder y totalmente dependiente de la buena suerte, como a veces se supone.
Hay un tercer elemento que entra en todo esto, y al que llamaré «técnica» . Tomemos el ejemplo de un artista, Sin una técnica, el momento de inspiración creativa difícilmente podría ser fructífero. Lo mismo es verdadero para el científico. Esto significa que uno debe conocer la manera en que el pensamiento y la expresión nos permitirán dar una forma al momento de inspiración. Primero que todo, para uno mismo a fin de que nos quede claro, y luego para comunicárselo a otros. Tomemos estos tres factores por el momento. Lo que primero necesitamos es estar bien interiorizados del asunto que deseamos desarrollar creativamente; ver dónde uno siente que puede darse un paso creativo. En segundo lugar, tendría que ocurrir una espontánea visión, o comprensión, o intuición, del asunto. Tercero, se necesita la habilidad para traducir esto en algo que pueda ser pensado y expresado.
Estos tres pasos están relacionados con la creatividad en general. Es igualmente verdadero para el artista, el científico, o el hombre de acción que tiene que tomar una decisión creativa, ya sea el general frente a un problema estratégico o táctico, o el médico frente a un enfermo. Ocurre en todos los casos en que hay algo que no puede ser manejado solamente por rutina y donde se necesita alguna clase de acción creativa.
Decía que el primer factor es estar bien interiorizado del asunto que se desea tratar. Pero esta interiorización es un proceso especial: uno debe conocer todo cuanto pueda ser conocido acerca de ello, y apartar todo lo que pueda ser innecesario. Este proceso es en sí mismo una actividad selectiva; uno tiene que tener bien claro aquello sobre lo que va a trabajar, Por ejemplo, un pintor empezaría por seleccionar, rechazar, combinar su material y decidir el tratamiento que le dará. En todo ese trabajo de preparación no está preocupado del impulso creativo en sí, y si por azar sucediera, habría un cierto riesgo en no completar sus preparativos. La construcción de la obra sería deficiente, aun si hubo un chispazo de genio.
Cuando nos referimos al pensamiento, la interiorización tiene que ser hecha dentro de nuestra cabeza. No hay duda que esta parte del trabajo es difícil. A veces, cuando la gente procura entender algo o hacer una investigación creativa sobre un tema, colocan delante de ellos toda la información disponible, escribiéndola en una hoja de papel o en el computador. Pero eso no es suficiente. Es necesario que uno haga este trabajo de selección, eliminación y combinación, internamente. Conozco por mi propia experiencia que es una dura disciplina y que siempre hay una inclinación a vaciarlo en un papel para releerlo. Pero si uno quiere llevar esto a una esfera de creatividad, este trabajo preparatorio debe ser hecho de manera especial, tiene que pasar por el molino de la propia experiencia pasada y uno tiene que llegar a un acuerdo con el asunto. Si yo hago un trabajo como éste, después de recoger todo lo que he podido conocer sobre el asunto, me siento y trato de mantenerlos juntos en mi mente con miras a ver qué es lo que conozco realmente del tema y qué es lo que trato de hacer con ese conocimiento.
Mientras lo hago, puedo encontrar que hay algo que evidentemente está faltando y tengo que salir de allí para estudiarlo o quizás practicar algunas exploraciones o experimentos. Al hacer todo esto, solamente estoy preparando el terreno, no estoy buscando la solución al problema. Aun si parece que estoy viendo la situación más claramente y estoy preparado para hacer progresos en ello, es esencial el ejercicio del autocontrol y no permitirme dar un prematuro paso hacia la comprensión. Aquí hay una disciplina especial que uno tiene que aprender e imponérsela a sí mismo. Este estado preliminar va a través de todo el proceso y no permanece estático. Uno no debe meramente despedirse del tema, suponiendo que ya sabe cuánto hay que saber sobre él, para pasar a las otras etapas. Este trabajo del terreno debe mantenerse fluído de modo que pueda haber un proceso de transformación. Uno debe recordar constantemente que éste todavía no ha sido moldeado; aunque podamos haber tratado de darle una forma coherente para, por lo menos, sostenerlo en nuestra mente, esa no es la meta, no es aquello que estamos buscando.
Este trabajo de interiorizarse en el asunto hace que este proceso sea diferente de cualquier otra clase de aprendizaje, donde es suficiente aprender lo que uno tendría que saber sobre un tema y entonces fijarlo en la mente, ya sea memorizándolo o tomando notas sobre ello. Cuando se requiera esa información, uno puede acceder a las fuentes que correspondan, o traerlas a la memoria. No estamos refiriéndonos a un aprendizaje sino a otra cosa, para la cual cualquier clase de fijación puede estropear todo el proceso. Aquí tengo que hacer una advertencia: lo que es necesario para el pensamiento creativo puede ser perjudicial, aun destructivo, para otras clases de actividad, en las que sea necesario afirmarse en lo que uno sabe y actuar ateniéndose a la decisión que haya sido hecha. Todo eso es necesario para otros propósitos, pero son precisamente aquellas cosas las que deben ser puestas de lado cuando uno está tratando de dar un paso creativo.
Frente a esta situación, encuentro que este proceso pasa a ser como un caleidoscopio: diversos grupos de ideas están pasando frente a mi atención y yo no me permito detenerme en ninguno en particular, así otros siguen apareciendo. Aparte de esto, yo no espero que algo de valor pueda venir. En efecto, casi nunca – si es que ocurre – algo viene. Cuando estén listo para pasar a la etapa siguiente, tienen que asegurarse de proveer la condición necesaria, esto es: plantearse una pregunta clara. El interrogante debe ser suficientemente claro para saber si puede o no ser respondido.
Ahora, ¿qué pasa con el elemento de espontaneidad? Pienso que aquí puedo realmente ofrecerles algo que no es generalmente comprendido. Lo he ganado por mi propia experiencia además de aprenderlo de otros. Estoy seguro que es un medio práctico a través del cual uno puede colocarse en las condiciones requeridas para dar ese paso espontáneo. Ustedes recordarán que hace años cuando me preguntaban: “¿Cómo pensar?», yo siempre respondía: «La manera de pensar es no pensar». Si ustedes captan esto, entonces serán capaces de entender lo que quiero decir.
Si yo tengo una pregunta que no puedo responder por el proceso ordinario, recordando lo que sé sobre el tema, me he convencido que realmente no conozco la respuesta, entonces no tiene asunto seguir buscándola. Al hacer esto por muchos años, he llegado a habituarme a dejar rápidamente de buscar una respuesta y de irme al otro extremo: olvidarme de todo el asunto, excepto de la pregunta. Detengo cualquier pensamiento «sobre» el tema, llegando hasta hacer a un lado cualquier cosa que me venga a la mente, por interesante o sugestiva que parezca. Más todavía, la pregunta deja de estar presente en forma de palabras o de una imagen que yo pueda retener: lo único que permanece es la necesidad de encontrar una respuesta.
Esto tiene que ser practicado. No deben pensar que porque yo se los he explicado, puedan hacerlo al instante. El proceso tal como yo lo describo es: habiendo traído la pregunta en frente mío, vacío mi mente de todo lo que sé sobre el asunto. Incluso debo impedir que mi mente empiece a vagabundear sobre otros temas lo que, por supuesto, es posible, ya que la mente aborrece el vacío. Mi suposición es que – debido a esto mismo – la mente atraerá algún nuevo pensamiento o intuición que será este paso espontáneo o creativo que estoy buscando.
Varios de ustedes habrán experimentado algo similar cuando tienen un lapsus de memoria y ya saben que la mejor manera de lidiar con ello es dejar de hacer el esfuerzo de recordar. Al vaciar la mente, el recuerdo olvidado o perdido llega por sí solo a la consciencia. Este simple procedimiento es fácil cuando se trata de un recuerdo latente que está transitoriamente fuera de la esfera de nuestra mente consciente.
El punto aquí es que el mismo método puede llevarnos mucho más lejos al atraer a nuestra consciencia ideas que no habíamos tenido antes – aun ideas que nadie había tenido antes – verdaderamente pensamientos originales. Esto dependerá por entero de la fuerza de nuestra mente, del poder con el que uno tiene que rechazar todo pensamiento incompleto, el cual no es evidentemente el requerido paso adelante. Hay una tremenda tentación, cuando algo interesante viene a la mente en relación con el tema, de dejarse llevar por ello. Pero esto significa que estamos a medio camino – o menos – y aunque eso enriquece nuestro pensamiento, no es un verdadero paso creativo.
Aquellos que tienen realmente un poder creativo disponen de esta fortaleza de mente que les permite negar, rechazar todo menos la verdad, la intuición o momento de comprensión que es requerido. Pero todos nosotros podemos fortalecer nuestra mente con esta práctica. Sólo se necesita – habiendo encontrado el tema sobre el cual practicar – rehusar resueltamente pensar sobre él.
Todos usteden conocen el famoso truco que consiste en pedirle a alguien que no piense en un elefante blanco. Tan pronto como trata de hacerlo, ve que es imposible. No puede pensar en otra cosa que no sea un elefante blanco, y mientras más trata de no hacerlo, más elefantes blancos van y vienen, marchando en frente de él. Si rehusa resueltamente el pensar en ellos, entonces, quién sabe… un elefante blanco puede entrar por la ventana, ¡ uno verdadero !
Si el poder del pensamiento es lo suficientemente fuerte para rehusar todo aquello que no sea lo que está determinado a tener, eso vendrá porque está en la naturaleza de este poder. Tiene que ser practicado al comienzo con cosas simples; pero ustedes deben entender que no hay nada que yo pueda hacer por ayudarlos en este campo particular. 0 están ustedes suficientemente interesados, o todas estas conferencias sólo les han proporcionado una interesante teoría «acerca de» el pensar creativo. Estoy convencido de que no hay un sustituto para esta particular disciplina.
El mismo efecto puede ser producido inintencionalmente fatigando la mente. Entonces, una intensa fatiga hace que la persona no quiera pensar más en el asunto, ¡ y ahí aparece la respuesta ! Pero resulta una manera extremadamente pesada de hacer el trabajo. Por extraño que parezca, es casi la única manera conocida, aun entre los mejores científicos. Esto hace que la tarea se demore mucho más de lo que sería necesario.
Es verdad que la mente se fatiga por el proceso de rechazo: pero no es tan azaroso o incierto hacerlo de esa manera, como sería tratar de entender el asunto y pensar y pensar acerca de él hasta que al final la mente rehuse seguir. Ustedes conocen que hay ejercicios enseñados por los maestros del budismo zen llamados “koan”. En ellos la mente es sostenida resueltamente sobre alguna imposible absurdidad. Sosteniendo la atención sobre algo que no puede ser pensado en forma lógica, se crea finalmente un vacío. En este caso lo que entra es una intuición plena sobre la naturaleza del hombre: el “satori”. Pero todo esto está conectado con la única técnica esencial: «para que entre algo, debe hacerse primero un lugar para ello».
Gurdjieff decía simplemente: «debes hacer un vacío». El usaba esta técnica para otras cosas además del pensamiento; la usaba como un medio para hacer dinero.
Pero, primero que todo, si desean practicar esto, deben hacerlo por un cierto tiempo sin esperar, por el momento, que suceda algo espectacular. Este rechazo a pensar acerca de lo que quieren comprender es algo inacostumbrado para mucha gente. Conozco, por mi propia experiencia, la clase de resistencia interna que existe frente a esto; la forma peculiar en que algo en nosotros se rebela en contra y cómo estamos listos para encontrar cualquier excusa que nos permita detenerlo y hacer cualquier otra cosa en lugar de ello. Pero yo no tengo dudas de que produce un efecto liberador extraordinario sobre los poderes ocultos de la mente.
El tercer factor en el pensar creativo es lo que llamo «técnica». Hay una gran diferencia entre la primera etapa – el ordenamiento de los antecedentes recogidos y el mantenerlos juntos en la mente – y lo que estoy diciendo ahora. Me refiero a convertir el momento intuitivo (o creativo) en una comprensión o expresión que sea utilizable. Significa que por este esfuerzo de no pensar vemos algo que realmente aparece como una brillante clarificación, una luz que ilumina todo el asunto. A continuación, encontramos que no puede ser utilizado porque no sabemos cómo formularlo para que se integre con lo que tiene que ser hecho. Es probablemente algo que se aplica en especial al problema que estamos planteando: la creatividad del pensamiento; ya que el arte cuenta con el conocimiento del artista de alguna técnica que le permita dar forma a su intuición. Aunque esto último es relativo. Con alguna experiencia sobre el tema, nos damos cuenta cómo siempre en la creación artística hay una terrible discrepancia entre el momento en que realmente vemos lo que queremos hacer – una expresión musical, un párrafo literario, una cierta experiencia traducida en un cuadro, etc. – y lo que efectivamente logramos producir.
Siempre hay deficiencias en la base de una técnica formativa.
En el reino del pensamiento esto es muy importante. Es necesario encontrar una forma de expresar lo que uno ha visto de manera que pueda ser utilizado por otros. Tiene que ser conceptualizado o, mejor dicho, ser formulado. Debe ser vaciado en palabras o símbolos, porque ellos son los instrumentos del pensamiento. En cambio, en el arte usamos sonidos, formas, imágenes, colores, mientras que en la acción tiene que aparecer un hecho como fruto de ello.
Por supuesto que para todo esto es indispensable la habilidad técnica, la determinación de concretar ese momento visionario en una forma usable. Insisto en que es una disciplina muy diferente de aquella etapa preparatoria de la que hablé antes. Si esta tercera etapa es descuidada, existe un gran riesgo de que todo el asunto termine siendo estéril, a pesar de lo exitosas que hayan las dos primeras,
Preguntas y respuestas:
P.- Usted habló del proceso en que la mente se fatiga y da lugar a ese período vacío en el cual puede aparecer la inspiración. ¿Qué puede decir acerca de cuando esto es hecho deliberadamente, cuando tiramos lejos los libros, apurando el proceso de esa manera y alcanzando entonces esa mente en blanco en la cual algo real puede venir?
R.- Para que esto ocurra tiene que haber una implicación emocional, es decir, tiene que haber un impulso emocional suficientemente fuerte para «tirar lejos los libros», algo que es una auténtica rebelión, no sólo un gesto.
Seria una desesperación producida por el hecho de no encontrar la respuesta, y no puede ser simulada. No sirve pretender que uno está desesperado, eso no funciona. Así es que ese método tiene la limitación de que uno no puede controlarlo deliberadamente. El encontrar la respuesta tiene que importar tanto como para producir un quiebre emocional. Pero este no es un camino muy seguro, aunque hay veces en que sucede de esa manera.
P.- ¿Pueden ser estimuladas artificialmente las circunstancias? Supongamos que desde el exterior nos solicitan una respuesta, que uno no la tiene, que hay un plazo para ello, esto unido a una sensación de urgencia; ¿toda esa demanda externa puede hacer que ocurra algo de modo que esa respuesta pueda ser encontrada?
R.- Aquí lo importante es la urgencia. Puede suceder que uno vea la respuesta en el último momento, cuando la urgencia se ha acumulado. Muchas grandes acciones que requieren un cierto elemento de espontaneidad, fallan en ser realizadas mientras no llegue el último momento. Uno tiene que escribir algo… el sentido común nos dice que tenemos que sentarnos y hacerlo. Pero nada se nos ocurre. No obstante, cuando uno sabe que tiene que entregarlo mañana, lo hará. Está conectado con una presión emocional. Al vernos en frente de un interrogatorio y sentirnos desafiados, se produce esa misma connotación de «debo hacerlo pero no puedo». La colisión que se produce entre «debo» y «no puedo» también causa ese estado de vacío, una suspensión del propio proceso de pensamiento. Pero esa especie de táctica de shock – en mi opinión – tiene algo de artificial y no siempre puede ser producida. Aquello de lo que estoy hablando tiene una aplicación mucho más amplia y de un carácter más progresivo. Si uno lo practica, uno llegará a estar más y más abierto a intuiciones espontáneas, mientras que los variados métodos de shock no dan los mismos resultados.
P.- ¿Podría explicar qué quiere decir por «no pensar” ? ¿Tenemos que sentarnos sin hacer nada? Usted también habla de pensar en nada. ¿Qué quiere decir «pensar en nada»? ¿Significa ir por la vida haciendo a un lado todo lo que aparezca inesperadamente?
R.- No, no. Sólo sentarse y no pensar en un elefante blanco. Pero usted debe estar seguro de que es sobre un elefante blanco que rehusa pensar, que es el elefante quien está golpeando a la puerta: y que si alguna otra cosa viniera, usted debe decir: » ¡ tú ni siquiera debes golpear a la puerta ! «.
P.- Uno de los pasos más cruciales para mí es mantener el suficiente contacto con la pregunta, de modo que el «no pensar» no sea un proceso de dejar que la mente vagabundee, sino que lo que la mente en realidad quiere es aferrarse a eso, estar de alguna manera involucrada en la pregunta.
R.- Esto es el primer paso, el primer elemento y es indispensable. Usted no puede hacerlo «en el aire». No debería sentarse si la pregunta no ha comprometido su atención para hacer algo útil con ella.
Este artículo fué publicado en el Nº 21 de la Revista ALCIONE