¿Cómo ayudar a los jóvenes a que se sientan mejor y armonicen su ira, tristeza o miedo?
¿Qué actividades y estrategias podemos utilizar?
¿Cómo canalizar mejor nuestras propias emociones como profesionales de lo socio-educativo?
En todas estas preguntas nos adentramos en los dos Cursos de Inteligencia Emocional que Neuronilla impartió para Opción 3; una entidad comprometida con el crecimiento social con entusiasmo y buen hacer.
Se realizaron muchas actidades vivenciales para facilitar que los aprendizajes se integren. Siempre con una triple perspectva: las personas destinatarias de mis servicios, yo como profesional y yo como persona.
Momentos especialmente ricos se vivían cuando abordábamos casos reales y aportábamos entre todos/as claves para afrontar diversas situaciones y para integrar nuestros sentimientos, pensamientos y actos (jóvenes que utilizan la violencia de forma recurrente, cómo ayudar a nuestros usuarios con preguntas, cómo afrontar el desánimo o la saturación emocional…).
Aprendimos cuestiones tan interesantes y poco tratadas habitualmente como:
- identificar las emociones secundarias que emergen cuando tapamos las centrales,
- escuchar las necesidades vinculadas con nuestras emociones,
- cuál es el mensaje principal de cada fenómeno emocional,
- descubir que también percibimos sentimientos agradables incluso en los momentos en los que impera una emoción dolorosa…
Tuvimos la suerte de contar también con Laura García de Trasciende y colaboradora de Neuronilla que nos aportó numerosas actividades de inteligencia emocional listas para aplicar con jóvenes.
Fué un placer compartir esta experiencia con dos grupos de profesionales inteligentes, afectivos, divertidos e implicados con su trabajo y con el curso.
P.D. Un saludo especial para Piedad Díaz y un agradecimiento por su eficacia, cuidado y alegría.