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Quien es competente no necesita competir – David Díez

¿Estamos seguros de que ser “competitivo” es sinónimo de “excelente”?

¿Y de que es algo positivo?

Un adjetivo demasiado recurrente que ya es hora de que empecemos a cuestionar.

Fotografia de Chema Madoz (cerezas)

La estrategia más segura para diferenciarnos de la competencia es “crear una carrera” donde no haya competidores porque nosotros somos los únicos participantes. Por ejemplo una empresa especialmente innovadora puede crear un producto o servicio que no haya nadie que ofrezca.

Esto está más cerca de lo que parece. Algo así propone De Bono con su concepto “sur-petition” (EDWARD DE BONO -2000- Más allá de la competencia. La creación de nuevos valores y objetivos de la empresa. Barcelona, Paidós).

Igualmente W. Chan Kim y Reneé Mauborgne (2005) con su best seller en estrategia corporativa “La estrategia del océano azul”. Defienden la idea de que en vez de intentar superar a la competencia para obtener una porción de un mercado existente (“océano rojo”), es preferible buscar un “océano azul”, un mercado virgen que nadie haya tocado y que tenga el potencial de crecer.

Por supuesto, en breve nos saldrán imitadores (competidores), pero ya les llevaremos ventaja. Por eso insiste Sternberg en “comprar” ideas a la baja y vender al alza, es decir, apostar por ideas revolucionarias y, cuando estén funcionando, ir a por otras (R. J. STERNBERG y T. I. LUBART -1995- La creatividad en una cultura conformista. Un desafío a las masas. Barcelona, Paidós).

Los verdaderamente grandes no tienen competencia.

Pero vamos a tirar un poco más de la cuerda…

¿Quién es mejor Beethoven, Darwin o Van Gogh? Estaremos de acuerdo en que es absurdo compararles puesto que pertenecen a disciplinas diversas. Efectivamente cada uno corre en carreras diferentes. Pero… ¿quién es mejor Beethoven, Mozart o Bach? Sigue siendo igualmente absurdo. Nos puede gustar más un estilo u otro pero no tiene sentido establecer niveles de calidad.

Podemos hablar de profesionales o empresas malas, mediocres o buenas pero superando cierto umbral, cuando una entidad o persona se convierte en una referencia, las comparaciones resultan más ridículas que discutir sobre quién es más fuerte “El increíble Hulk” o “la Cosa”.

A partir de cierto nivel sólo nos diferenciamos por nuestro estilo.

Centrémonos más en ser competentes y menos en ser competitivos.

Cierto es que una competencia sana ayuda al crecimiento de los adversarios, es decir, de todos. Pero cabrían vairas consideraciones, la primera es que, agarrándonos a esa sentencia, en ocasiones se estira el término “competencia sana” hasta límites insospechados donde caben acciones de dudosa ética o que dificultan el beneficio común. La segunda es que mientras nuestro objetivo sea “ser competitivos” no conseguiremos más que seguir en una carrera plagada de competidores, es decir mediocres.

Además, es fácil que el propósito de “ser competitivos” nos ciegue y nos distancie de nuestro verdadero objetivo: “ser competentes”. O sea, que el medio se convierta en un fin y el “ser mejor que el otro” nos aleje de “superarme a mí mismo”.

Numerosos autores en Creatividad e Innovación nos recuerdan la importancia de superar el conformismo, crear aunque todo esté bien. Mejorar algo no significa que no nos guste aquello que queremos elevar.

La estrategia más inteligente: cooperar.

Otro peligro que podemos caer al centrarnos en la “competición” es olvidarnos de otro recurso aún más rentable (y agradable): la cooperación. La ingenuidad humana en una cultura que valora en exceso el individualismo nos lleva a olvidarnos del camino más adaptativo.

La mejor vía de afrontamiento de conflictos es el método “todos ganan” (también llamado “victoria-victoria”, “éxito-éxito” o “win-win”). Una referencia interesante en torno a esto la propone Wright argumentando que tanto los sistemas biológicos, como cada cultura, como la humanidad entera, está abocada hacia el crecimiento y hacia más situaciones de “todos ganan” (R. WRIGHT -2005- Nadie pierde. La teoría de juegos y la lógica del destino humano. Tusquets) [Ver entrevista en «Comunidad Smart»]

Un salto en nuestra concepción del avance personal y empresarial está pendiente: quien es competente no necesita competir.

David Díez Sánchez

29 de mayo de 2009

Director de la “Fundación Neuronilla para la Creatividad y la Innovación”.

Fotografía de: Chema Madoz.

 

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