Autor: Mauricio Lefcovich
Fecha de publicación en Neuronilla: 14 / 03 / 07
Introducción
¿Qué es un concepto? Un concepto es una idea que concibe o forma el entendimiento, o sea un pensamiento expresado con palabras. Se lo define también como una opinión o juicio. Los empresarios, directivos y el personal de las empresas tienen un montón de opiniones, juicios e ideas de lo que son los negocios, de lo que es una empresa, de lo que son los procesos, de lo que representa la calidad de los productos y servicios, de lo que es la satisfacción del cliente, y así muchos más conceptos referentes a los distintos aspectos vinculados a la actividad económica, los negocios y el mercado.
En una era de muy rápidos cambios los conceptos ayer adquiridos, hoy ya no sirven, nos han dejado de ser útiles. Si la imprenta de Gutenberg constituyó un hecho revolucionario al reducir los costos de publicación y por lo tanto permitió a un mayor numero de personas adquirir conocimientos, hoy Internet permite con un costo bajísimo y a nivel global hacer llegar nuevas ideas, conceptos, productos y servicios. La conjunción de la computación y las comunicaciones han revolucionado la esfera del conocimiento, ampliando con ello los límites de la acción. Por lo tanto ha llegado la hora de no atenerse a los límites, sino trabajar con ellos a través de la imaginación.
La imaginación es el arma mas poderosa que posee el hombre. La imaginación sumado al esfuerzo han permitido a este logros impresionantes. Ahora bien, ese enorme caudal de energía puede volcarse para el bien o para el mal. La imaginación del hombre superando todos los límites, inclusive los límites morales hizo factible tanto las fábricas de la muerte durante la Segunda Guerra Mundial, con procesos y actividades analizados minuciosamente en cuanto a eficacia y eficiencia destinado a la destrucción masiva y estandarizada de seres humanos, como también dio lugar a comienzos de éste nuevo siglo a la destrucción en minutos de las Torres Gemelas el 11 de Septiembre utilizando para ello aviones comerciales.
La imaginación y la creatividad pueden ser utilizados para el bien o para el mal, de lo que se trata acá es de utilizar las mismas para mejorar día a día la calidad de vida del hombre, por medio de un uso más equitativo y productivo de los recursos, aumentando la producción sin destruir el medio ambiente, permitiendo el desarrollo de los individuos en el trabajo y capacitando a la sociedad para ir continuamente en busca de nuevos logros que la enriquezcan no sólo en lo material, sino además en lo espiritual. Cuando antes se afirmo acerca de no atenerse a los límites, sino a trabajar con ellos, se hacia claramente referencia a la creatividad puesta en acción para dar solución a problemas que nuestros actuales esquemas mentales no han sabido o podido dar solución. No se quiere con ello hacer afirmaciones en torno a los límites morales que deben ser la base firme sobre la cual puedan desarrollarse el crecimiento tecnológico. La cuestión entonces es saber, cuales son esos límites morales, algo de lo cual trataremos en el desarrollo posterior.
Sí podemos afirmar desde ya que el sólo manejo o conocimientos técnicos y científicos, no implica hacer el mejor uso de los recursos, ni adoptar las mejores decisiones que beneficien a la sociedad en su conjunto. Retomando el contenido inicial en torno a los conceptos, cabe hacerse la pregunta de que conceptos deben ser reevaluados y por lo tanto vueltos a concebir, y las razones que originan esa necesidad. Estas ideas o conceptos que poseemos acerca del mundo, y de los negocios en particular, son como las lentes a través de la cual percibimos el entorno y nuestro propio ser. Somos en gran medida lo que pensamos, y pensamos en función de lo que somos y sentimos. Tomar conciencia de ello, y a partir de allí adoptar una actitud sistemática de poner a prueba cada concepto que tengamos individual y grupalmente en materia de negocios, administración, procesos, sistemas, productos, calidad y diseños entre otros, dando con ello lugar a la posibilidad de nuevas realidades es el objetivo fundamental de este desarrollo. Descartes dio lugar a éste sistema de pensamiento que dudando de todo pretendía con ello ahondar en las causas y razones de cada hecho o circunstancia, así pues concebida como una metodología de indagación se utilizó como forma de comprender y reestructurar filosóficamente al hombre y al cosmos.
Hoy el incesante avance tecnológico, científico y cultural con los efectos que ellos tienen en el mundo de los negocios hacen necesario crear un método o sistema destinado a reconceptualizar y recrear nuestra visión de los mismos. Los paradigmas (conjunto de juicios e ideas a través de las cuales concebimos y juzgamos la realidad) que sirvieron para tomar decisiones y resolver problemas en una época, ya no son útiles en esta nueva era signados por nuevas realidades en los procesos y técnicas de producción, y en las necesidades individuales y sociales. El recrear implica crear nuevamente nuestra visión y forma de hacer las cosas, o sea dar lugar a nuevas forma de realizar y desarrollar la forma de administrar, producir, vender, dirigir, motivar, planificar, diseñar y generar valor en la actividad empresaria.
Quienes serán los vencedores en el nuevo mercado global signado por la ultra-competencia? Serán aquellos que tengan la capacidad y osadía a través de una actitud revolucionaria de concebir y generar nuevas realidades. Más que una actitud preventiva, se requiere de actitudes proactivas, más que adelantarse a los hechos, se requiere generar las nuevas realidades. Es aquí donde toma forma la necesidad de trabajar con los límites. En un mundo donde los productos poseen ciclos de vida cada día más cortos se requerirá de una revolución permanente. Lo que hoy es una gran innovación dejará de ser tal cosa no en 10 o 20 años como ocurría hasta hace un tiempo, sino en un año, en meses y en algunos casos hasta en semanas.
El valor de la creatividad
Ante todo debemos definir que es la creatividad. Crear se define como producir algo de la nada. Ahora bien, cualquier creación que el hombre genera no es de la nada sino producto de la combinación y recombinación, de ideas, conceptos y usos antes creados por otros. Así pues cuanto más rica sea la experiencia del hombre tanto en el orden intelectual, como en sus relaciones con otras personas, como así también en el conocimiento de otras culturas y sistemas, aumentará en éste la capacidad de crear. Pero tales experiencias si bien son necesarias, no son suficientes para generar nuevas ideas y conceptos. En primer lugar acumular experiencias exteriores e inclusive interiores requiere de tanto de apertura mental, como así también de la capacidad de inquirir, o sea tanto la inquietud, como la capacidad de querer saber acerca del porqué o razón de las cosas, sucesos o hechos.
En segundo termino una vez absorbida esa experiencia deberá tenerse la capacidad de análisis, de deducción como de inducción, la intuición y la imaginación para combinar los conceptos de modo tal de generar nuevas ideas, sea esta en el campo de la ciencia, la tecnología, el arte, los negocios, los deportes o cualquier otro campo de interés para el hombre y la sociedad. De tal modo la creación es producto de un continuo proceso dialéctico, en el cual las ideas (tesis) son puestas a prueba confrontada con los hechos, y / o con otras ideas (antítesis), lo cual da lugar a nuevas ideas superadoras (síntesis). Esta síntesis es pues la tesis sobre la cual se generarán a su vez un nuevo proceso y así sucesivamente. De tal forma los individuos originan dentro del marco social en el cual se desarrollan nuevas y mejores ideas que no sólo den respuesta a los problemas, sino además que generen la capacidad de mejorar los conceptos e ideas antes plasmadas. Así pues en cualquier sociedad no abierta al contacto con otras sociedades, o que no fomentan y dan libertad tanto a la investigación como a la libertad de expresión se impide ese fenomenal proceso dialéctico mediante el cual se logran nuevos avances, descubrimientos y creaciones.
Ahora bien, que valor posee la creatividad? Para los individuos poseer creatividad significa diferenciarse de los demás. Para las empresas u organizaciones tener individuos creativos implica alcanzar ventajas estratégicas. Y para las sociedades fomentar y proteger debidamente la creatividad implica mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos en su conjunto. En un mundo donde todo se produce en serie, donde todos los procesos se estandarizan y copian, la educación a pasado también a generar individuos que piensan sino igual en materia profesional, si semejante o muy parecido. Si todos se parecen, la pregunta es: quién triunfará? El más creativo. Aquel que tenga la capacidad de generar nuevas ideas para producir un mayor valor agregado. En un campo de educación masiva, con abundante cantidad de licenciados, ingenieros, médicos, postgraduados, master y doctores, han de sobresalir aquellos que generen nuevas ideas, aquellos que sean realmente creativos tanto en la producción de nuevos productos y servicios, como en las nuevas formas de ofrecerlos, venderlos y satisfacer a los clientes y consumidores. Lo mismo acontece con la producción de bienes y servicios, la retroingeniería o ingeniería al revés permite rápida y eficientemente copiar a las empresas los modelos ofrecidos por otras empresas, sólo la creatividad puesta al servicio de crear los procesos más eficientes en la producción y en la satisfacción total del cliente permiten a las empresas generar un plus de valor agregado, lo cual le permite un mejor posicionamiento y participación en el mercado.
La creatividad puesta al servicio de la estrategia de negocios marca claramente la diferencia entre las empresas y profesionales de excelencia de aquellos que no lo son. Así en el arte están quienes pintan magníficas telas, pero sólo se limitan a copiar técnicas y figuras ya pintadas por otros. Son los creativos quienes generan nuevas técnicas y se enfocan a nuevas figuras a ser pintadas. Así pues tenemos a quienes trabajan dentro de los límites de determinada escuela, y quienes trabajan con los límites dando lugar a nuevos conceptos e ideas. Siempre habrá líderes y seguidores, la cuestión es donde pretende ubicarse usted. Son los creativos quienes tienen la mayor posibilidad de posicionarse en los puestos de vanguardia, se traten de individuos o empresas. La pregunta es ahora, las empresas pueden también ser creativas? La respuesta es sí.
De que forma? Fomentando la tanto la creatividad individual, como del trabajo en equipo. El trabajo en equipo tiene la capacidad de combinar los conocimientos y experiencias de muchos y variados individuos que así mediante una transacción de ideas y experiencias pueden generar nuevos productos, servicios, procesos y soluciones de problemas. Liderar la inteligencia colectiva para la generación creativa de ideas, y apoyar firmemente la labor de los individuos en la organización es una de las principales funciones y roles del ejecutivo del siglo XXI.
Revolucionarios y Conservadores en el mundo de los negocios. La labor de los líderes
De igual modo que en el terreno de la política, ante determinadas circunstancias en el desarrollo de las realidades surgen la necesidad de nuevas ideas y conceptos que se adapten mejor a los nuevos tiempos y a los cambios que estos requieren. Así pues las condiciones están dadas, pero se requiere de individuos que lideren el cambio. Producidos dichos cambios los individuos que las generaron se enamoran de sus propias ideas, se desentienden de los procesos dialécticos, no reconocen que la única realidad permanente es el continuo cambio, y pretenden evitar cambio alguno esclavos de sus ideas y temerosos al cambio, o sea pasaron de ser revolucionarios a ser conservadores. Los nuevos líderes que requieren las empresas y organizaciones en el siglo XXI son aquellos involucrados con la revolución permanente. Aquellos dispuestos a destruir sus propios conceptos para generar otros nuevos y más poderosos. Los líderes deben privilegiar el pragmatismo por sobre los dogmatismos que los llevarán a ellos y a sus empresas a la desaparición. Así las misiones y valores de las empresas deben reconsiderarse continuamente a la luz de las nuevas realidades. La misión que en otro momento pudo llevar a una empresa a los primeros lugares, hoy puede significar llevarla al sepulcro. El líder debe tener la capacidad de crear y recrear constantemente las ideas y conceptos que guían a la empresa. Un individuo no puede contentarse con ser un creativo en una etapa de su vida. La realidad actual requiere de una creatividad constante, y si ya no posee esa fuerza deberá dar lugar a otros creativos para que continúen con el proceso pasando él a un puesto de consejero o asesor. De tal modo la empresa conservará la fuerza de crear, pero además mantendrá dentro suya la rica experiencia de los anteriores líderes. El líder moderno no sólo debe sobresalir por su creatividad, sino que además debe fomentar y apoyar la creatividad de sus subordinados.
Innovación: la creatividad puesta en práctica
Innovar implica introducir algo nuevo, lo que significa crear nuevos conceptos e ideas, en este caso en el mundo de los negocios, que originen nuevos procesos, productos, servicios y estrategias en el campo empresario. De tal forma la innovación es la creatividad puesta en práctica, o sea crear nuevas ideas y llevar éstas al campo de la producción. Lo que hasta ese momento era un esbozo, un plano, una fórmula, un programa, pasa a desarrollarse en el terreno material. La idea del escultor pasa a estar plasmada en el mármol, deja de ser sólo una idea para ser una escultura. Dicho en términos aristotélicos, lo que la idea representaba como potencia, paso a ser un acto como escultura.
Que implicancia tiene ello en el mundo de los negocios? Los líderes y estrategas deben comprender que mientras sólo se posea una idea, por más buena que ésta sea, representa tan sólo una potencialidad. La labor del líder es hacerse de los recursos y administrarlos eficazmente para transformar esas ideas en negocios concretos. Pensemos en cualquier campo de la alta tecnología, desde la farmacéutica a la informática, tener la mejor idea y no pasarla rápidamente a la práctica puede ser quedarse sólo con papeles, pues en el mundo actual super-informatizado e hipercomunicado, muchos investigadores y empresas trabajan con ideas semejantes al mismo tiempo. De ello tenemos una nueva e importante regla: no sólo se debe ser creativo sino que además las ideas generadas deben ponerse rápidamente a rodar en el campo de los negocios. Vivimos en una época en la cual ya se mide el tiempo en nanosegundos, mostrando aún más lo valioso del mismo y de su medición. En un mundo totalmente intercomunicado el tiempo tiene un gran valor, y mucho más si tomamos en consideración que a partir del año 2000 los conocimientos se han de duplicar cada diez años.
Las nuevas realidades
A nuevos entornos, corresponden nuevas ideas y paradigmas. Tratar de seguir viendo, analizando y tomando decisiones a la luz de conceptos que correspondieron a otras circunstancias, es no poseer la suficiente flexibilidad ni capacidad mental para adaptarse a las nuevas realidades. El mundo cambió, cambia y cambiará constantemente, razón por la cual debemos reactualizar continuamente nuestros conceptos. Pero como antes dijimos nuestra capacidad competitiva serán mucho mayor si somos nosotros los generadores de esa nueva realidad, o sea en lugar de reaccionar o anticiparnos a los cambios del entorno, tenemos que tener la imaginación y la capacidad creativa de provocar el cambio con nuevos conceptos e ideas.
Debemos aceptar pues que todo cambia. Como dijo el filósofo griego Heráclito “la existencia es la corriente de un río, en el cual no podemos bañarnos dos veces en las mismas aguas”. Pero si bien el cambio siempre existió, hay fases de la historia en la cual dichos cambios se aceleran, y actualmente estamos atravesando por uno de esos momentos de fuerte aceleración. Cuales son aquellos cambios radicales a los cuales debemos reacomodar nuestras formas de pensar, y por lo tanto la manera de establecer las estrategias? Si hasta ayer nuestras estrategias se acomodaban a determinadas reglas de juego, hoy al cambiar estas reglas debemos cambiar sí o sí las estrategias a emplear.
En primer lugar tenemos la caída de lo que por mucho tiempo se considero como algo inexpugnable, que fue la caída del sistema comunista. Ello trajo consigo importantes movimientos poblacionales, en la aparición de nuevos competidores tanto a la hora de ofrecer productos y servicios, como a la hora de recepcionar inversiones, en la ampliación de los mercados, en la aparición de dos enormes colosos en los mercados como lo son la China Continental y Rusia. Al mismo tiempo numerosos países disgregados tanto del bloque comunista como del soviético pasan a formar parte de la Unión Europea con lo que ello significa para el poderío económico del mismo. La caída del comunismo también significó la terminación de luchas ideológicas, dando lugar a un fuerte crecimiento industrial y comercial del Sudeste Asiático. Así pues hoy acompañan a Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán el fuerte crecimiento de Indonesia, Filipinas, Malasia, Tailandia, e inclusive Vietnam. Si a éstos países, se le agrega China Continental, más el despertar de la India (país cuya proyecciones apuntan a superar en número de habitantes a la mismísima China para dentro de 15 años) tenemos la aparición de nuevos supermercados, tanto a la hora de colocar productos, como a la hora de competir. Países que carecen de una historia sindical que los limiten en materia reglamentaria, países con fuertes necesidades de crecimiento y desarrollo para alimentar a una gran masa humana, nos ofrecen la capacidad de generar bienes con un muy bajo costo de mano de obra. A lo anterior debe agregarse la fenomenal caída en los costos tanto del transporte como de las comunicaciones, producto de las nuevas tecnologías.
Debemos sumar a ello la aparición de nuevos materiales surgidos de la ingeniería de materiales, los cuales reemplazan a productos naturales como minerales básicos y productos derivados de animales. No menos auspicioso es el avance de la aplicación de la genética y de las biotecnologías al desarrollo agrícola, lo cual genera mayores rendimientos productivos por hectárea, además de la posibilidad de producir en climas y tipo de suelos hasta este momento no aptos o de escasos rendimientos.
Otro aspecto fundamental es la revolución informática que permite rápidas y amplias comunicaciones a un bajo costo, y de una manera cada vez más eficaz. Además la teleinformática ha permitido dar lugar tanto al surgimiento de las empresas virtuales, como así también al teletrabajo (llamado también trabajo a distancia). El trabajo a distancia hace factible que profesionales, empresas de servicios e individuos en general puedan producir servicios desde su lugar de residencia y comercializarlos en lugares muy distantes. Hoy dìa ya se están efectuando operaciones quirúrgicas a control remoto, o bien se procesan informaciones en un país y se transfieren los resultados a un país distante, entre muchísimas más alternativas que están teniendo hoy lugar. El reconocimiento de estos profundos cambios implica la necesidad no sólo de modificaciones profundas en las estrategias nacionales, sino además en las de las empresas. Uno de los grandes cambios a producirse gira en torno a la generación de energía en base a hidrógeno, por medio de la separación de las moléculas que componen el agua. De igual forma ya hay importantes avances no sólo en el plano científico, sino además técnico y comercial para la desalinización del agua. De tal forma aquellos países que hasta ahora obtienen fuertes ingresos de la renta petrolera verán caer en gran forma sus recursos financieros. Para muchos de estos países hoy poseedores de extensas zonas desérticas la estrategia estaría dada por la utilización de su actual renta petrolera en el proceso de desarrollo de las plantas desalinizadoras que permitan la producción agrícola que de sustento a sus poblaciones.
Sumado a todo lo descrito, está la caída de las barreras aduaneras y el surgimiento de un gigantesco mercado internacional de capitales, de los cuales participan además de los países centrales los llamados países emergentes, ello facilitado por los modernos sistemas de información, lo cual genera enormes desplazamientos de capitales entre países, como así también la aparición de fuertes crisis monetarias y cambiarias (México, Brasil, Sudeste Asiático, Rusia, Argentina). Así tenemos que estos grandes cambios a nivel mundial que semejan a grandes movimientos y desplazamientos continentales, generan la fuerte necesidad de repensar las estrategias de la empresa vinculadas tanto al marketing, las finanzas, los costos y la producción, como también a la investigación y desarrollo. Hoy ya no sólo se compite con los inventores, creadores e innovadores de Europa, Japón, Estados Unidos y Canadá, sino también con los millones de creativos de China, India, Corea, Brasil y el Sudeste Asiático. Basta con pensar en marcas de automotores y productos electrónicos de la India y Corea del Sur hasta hace poco impensadas en Occidentes y hoy hechas realidad. Hoy la capacidad competitiva de una nación ya no está dada por sus recursos naturales, sino por su conocimientos, y su capacidad de generar nuevas ideas comercializables en los mercados. Las empresas se ven así en la necesidad imperiosa de agregar cada día nuevos valores a sus productos y servicios para diferenciarlos de los competidores. Las diferencias estarán dadas por mejores niveles de calidad, menores costos, velocidad de atención, capacidad de respuesta, satisfacción total del cliente y capacidad de diversificación (adaptación a segmentos particulares en lugar de estándares generales).
Imaginar el futuro
Imaginar es representar o crear idealmente algo. Así es como deberán pensar y repensar el futuro cercano y distante aquellos líderes que pretendan lograr el éxito de sus compañías. Pensar y repensar, crear y recrear constantemente el presente y futuro de las empresas es el deber que tienen los gerentes. Pensar que repitiendo lo que antes llevó al triunfo volverá a generarlo en el presente y en el futuro es un gravísimo error. Continuar administrando la empresa con los conceptos que correspondían a otras realidades políticas, sociales, económicas, tecnológicas, y científicas constituye un enorme y grave error. Un gerente errado no puede dirigir una empresa, es como una brújula que no funciona, conduce irremediablemente a la corporación a un desfiladero. No es posible resolver problemas importantes en el mismo nivel de pensamiento en que esos problemas han surgido. Para resolver un problema que parece no tener solución, es preciso ante todo cambiar el nivel de pensamiento, es decir, variar de paradigma. A cada nuevo problema, corresponde una nueva visión del mundo, o sea un nuevo paradigma. Ello trae a colación otro hecho importante: “al cambiar de paradigma, el conocimiento anterior no sirve de nada”. El nuevo líder, el líder para esta nueva era de los negocios globalizados, necesita no sólo capacidad de razonamiento y de análisis lógico-cuantitativo, sino además deberá tener la capacidad de imaginación e intuición suficiente para generar nuevas ideas, impulsar la innovación y resolver creativa y eficazmente los problemas generados por las nuevas realidades. Un nuevo entorno dará origen a nuevos problemas, problemas cuya misma existencia, y por lo tanto soluciones, no fueron vistas ni en la universidad, ni en su anterior experiencia.
Reeducar a los directivos y al personal
Nuestro cerebro está compuesto de dos hemisferios: el izquierdo y el derecho. Por regla general, la educación que nos dan en la escuela privilegia el desarrollo del hemisferio izquierdo, que es la parte lógica y analítica del cerebro. El hemisferio derecho, donde residen la intuición y la creatividad, queda en segundo plano en el desarrollo intelectual del alumno. ¿Resultado?
Aprendemos a pensar sólo con un lado del cerebro, y no aprovechamos plenamente la capacidad de nuestro cerebro. En tanto el lado izquierdo del cerebro se concentra en: el detalle, la mecánico, la sustancia, en blanco y negro, el lenguaje, es lógico, cerrado, cauteloso, escéptico, repetitivo, verbal, analítico y memorioso, el lado derecho se concentra en: la amplitud, la creatividad, la esencia, los colores, es receptivo, artístico, abierto, aventurero, innovador, intuitivo, sintético, espacial y meditativo.
El hemisferio izquierdo y el derecho tienen funciones totalmente distintas, procesan la información de forma diferente, pero son complementarios. Tener éxito depende de que los dos hemisferios cerebrales trabajen en equilibrio y armonía. Así como el ser humano necesita de dos piernas en perfectas condiciones para andar y correr, con el cerebro ocurre algo parecido. Por lo tanto no sólo debe repensarse los contenidos de la educación primaria, secundaria y universitaria, sino que es fundamental mientras tanto reeducar a nuestros directivos y al personal. Entre dos empresas, aquella que posea personal con mayor capacidad intuitiva y creativa tendrá el plus de obtener una ventaja en los mercados.
Creando nuevos paradigmas
Si los directivos y gerentes no están preparados para identificar y aprovechar una oportunidad, con toda seguridad otro lo hará por ellos: alguien mejor preparado, que me más allá cuando los demás simplemente miran, alguien que ha tenido éxito en cambiar su paradigma. El paradigma nos explica cómo es el mundo, y con ello, nos ayuda a predecir su comportamiento. El paradigma es para el ser humano lo que el agua es para el pez, que no sabe que vive dentro de ella hasta que lo sacan fuera. La educación y la sociedad hacen que veamos el mundo de una forma masificada, estándar. La moda nos dice cómo vestir; la publicidad, qué consumir. El mundo influye en nuestra manera de pensar, creando y fortaleciendo paradigmas en nuestra mente. El empresario y directivo que consigue cambiar este estado de cosas y modificar sus paradigmas, empezará a ver lo que los demás no ven, y entonces surgirán las oportunidades para alcanzar el éxito.
Conocer los paradigmas es fundamental para los negocios. Suiza es un país conocido por sus relojes. En 1970, Suiza controlaba el 90% del mercado mundial de relojes. Un día un técnico de una de las mayores empresas de relojería mostró a sus jefes un nuevo modelo que acababa de inventar. Se trataba de un reloj electrónico de cuarzo. Su superior observó el prototipo y le dijo: “Esto no es un reloj. No tiene resortes ni rubíes”, y no dio ninguna importancia al descubrimiento. Pero los japoneses y los estadounidenses sí se la dieron. Y el mundo entero también. Pusieron a la venta el reloj de cuarzo, y en 1982, el 90% del mercado que controlaban los suizos, se redujo al 15%. Perdieron el liderazgo y cincuenta mil puestos de trabajo por culpa de la nueva tecnología, ¡inventada por un suizo! El problema es que cuando se cambia de tecnología –en el caso suizo, de relojes mecánicos a electrónicos-, la tecnología anterior, adquirida a lo largo de años de esfuerzos e investigaciones, se convierte en humo. Es preciso empezar de nuevo, y por eso es tan difícil cambiar. Pero el mercado mundial es extraordinariamente competitivo. Una empresa que tarda en cambiar de paradigma, pierde mercado a favor de otra que cambia más deprisa. El mundo está en permanente transformación, o las empresas cambian con él, o tienden a quedarse atrás.
Para las empresas, tanto como para los directivos y profesionales es mucho más fácil continuar con la vieja visión del mundo, haciendo lo que siempre se ha hecho, que adoptar una nueva y hacer lo que todavía no se ha aprendido. El problema es que la gente vive inmersa en su propio paradigma y no se da cuenta de ello. Otra forma de explicar los paradigmas es considerándolos como mapas. Todos sabemos que “el mapa no es el territorio”. Un mapa es simplemente una explicación de ciertos aspectos de un territorio. Un paradigma es exactamente eso. Es una teoría, una explicación o un modelo de alguna otra cosa. Todos tenemos muchos mapas en la cabeza, que pueden clasificarse en dos categorías principales: mapas del modo en que son las cosas, o realidades, y mapas del modo en que deberían ser, o valores. Con esos mapas mentales interpretamos todo lo que experimentamos. Pocas veces cuestionamos su exactitud; por lo general ni siquiera tenemos conciencia de que existen. Simplemente damos por sentado que el modo en que vemos las cosas corresponden a lo que realmente son o a lo que deberían ser. Estos supuestos dan origen a nuestras actitudes y a nuestra conducta. El modo en que vemos las cosas es la fuente del modo en que pensamos y del modo en que actuamos.
Todos tendemos a pensar que vemos las cosas como son, que somos objetivos. Pero no es así. Vemos el mundo, no como es, sino como somos nosotros, o como se nos ha condicionado par que lo veamos. Así pues, cuanta más conciencia tengamos de nuestros paradigmas, mapas o supuestos básicos, y de la medida en que nos ha influido nuestra experiencia, en mayor grado podremos asumir la responsabilidad de tales paradigmas, examinarlos, someterlos a la prueba de la realidad, escuchar a otros y estar abiertos a sus percepciones, como lo cual lograremos un cuadro más amplio y una modalidad de visión mucho más objetiva. En cierto sentido, un paradigma indica la existencia de un juego, en qué consiste y cómo jugar con éxito. La idea del juego es una metáfora muy apropiada para los paradigmas puesto que refleja la necesidad de límites y de instrucciones sobre cómo actuar correctamente. Un paradigma indica cómo jugar de acuerdo con las reglas establecidas. Un cambio paradigmático es, por tanto, un cambio hacia un nuevo juego, un nuevo conjunto de reglas.
El Efecto Fosbury
Durante muchos años la forma más común de realizar el salto de altura era el “salto de rodillo”: el atleta corría hasta la barra y se lanzaba hacia delante efectuando un movimiento de rodillo. Durante los juegos celebrados en México durante 1968, el atleta Dick Fosbury sorprendió al mundo al establecer una nueva marca olímpica y ganar la medalla de oro con una nueva técnica en la que había trabajado durante varios años: el “salto Fosbury” consistente en correr hacia la barra y sobrepasarla lanzándose de espalda. Fosbury “cambio el modelo” en el salto de altura, sustituyó un modelo por otro nuevo en su totalidad. Aplicando estos conceptos al área de la producción, administración y dirección de empresas ello implica que es menester adoptar las nuevas técnicas si se quiere mantener a la empresa en competencia, ya no sirve perfeccionar los viejos métodos. En estos tiempos el mayor peligro es la posibilidad de que un competidor cambie las reglas básicas del juego en la industria en la cual este insertada la empresa. Si la empresa sigue jugando conforme a las viejas reglas (paradigmas), la fuente de su ventaja competitiva podría desaparecer.
Ahora veamos un caso a nivel industrial. El precio de los tubos de imagen para los televisores siguió el modelo de la curva de experiencia desde la introducción de la televisión a finales de la década de 1940 hasta 1963. El precio unitario promedio cayó en ese entonces de U$S 34 a U$S 8 (precio del dólar en 1958). La llegada de la televisión en colores interrumpió la curva de experiencia. La fabricación de tubos de imagen para los aparatos en color necesitó una nueva tecnología de fabricación, y el precio de estos tubos se elevó a U$S 51 en 1966. Luego, la curva de experiencia se reafirmó por sí misma, El precio bajó a U$S 48 en 1968, a U$S 37 en 1970 y a U$S 36 en 1972. En resumen, el cambio tecnológico puede alterar las reglas del juego, al exigir que las antiguas compañías de bajo costo emprendan medidas con el fin de restablecer su ventaja competitiva.
La capacidad de cambio permanente
La vida es un río, y cada día todos tenemos que tomar una decisión acerca de cómo navegaremos en él. La forma en que el río corre está cambiando. En el pasado el río por lo general era tranquilo, bastante predecible y moderadamente manejable. Pero el río del futuro es más turbulento, generalmente impredecible, y mucho menos manejable. Nuestra corriente fluvial está cambiando, y también debía cambiar nuestra navegación; porque la vida en ese nuevo río significa que tenemos que aprender, no sólo a esperar los cambios y responder a ellos, sino también imaginarlos y crearlos. Esta nueva forma de analizar y tomar decisiones se denomina Incertidumbre Positiva para tiempos de cambios. La incertidumbre representa la condición del río de la vida de hoy. Quien toma las decisiones con éxito al navegar por esa corriente, necesita ser comprensivo, aceptante y positivo acerca de esa incertidumbre. El mundo moderno, al igual que el río de hoy, cambia constantemente. El tomador de decisiones de ésta nueva era, debe ser capaz de cambiar, igual que lo hace el medio ambiente. Sabemos cómo tomar decisiones racionales, lineales, para un río tranquilo y predecible, pero ¿sabemos cómo manejar las partes extraordinariamente complicadas y al azar de un río turbulento? Necesitamos algunas estrategias que no sean racionales, que no sean lineales. Requerimos de tácticas decisivas tanto para la estabilidad como para lo inesperado; necesitamos los conocimientos y actitudes para manejar tanto el orden como el caos, la estabilidad como la inconsistencia. Necesitamos flexibilidad y equilibrio.
Conclusiones
Un dirigente empresarial que no sienta que la tierra se mueve bajo sus pies, está viviendo en el pasado y no está preparado para el futuro. Actualmente estamos experimentando diferencias dinámicas en todos los aspectos de la empresa comercial, diferencias que afectan la permanencia de nuestras empresas y nuestras posiciones dentro de ellas. A medida que pasa el tiempo, estas diferencias aumentan en frecuencia e intensidad hasta obtener proporciones casi sísmicas. La evidencia del cambio en el sector comercial nos rodea a cada uno de nosotros, independientemente de nuestra industria o del papel que jugamos en ella. Vemos cambios tecnológicos impresionantes que han ocurrido gracias a las microfichas, el rayo láser, la ingeniería genética y la industrialización del espacio. Los cambios sociales abundan, incluyendo la disolución del núcleo familiar, los papeles cambiantes que está jugando la mujer, el envejecimiento de la población en los países centrales, la revolución de la buena salud y la descentralización de las instituciones. En la faz productiva nuevos procesos y bienes han surgido, y en el caso de éstos últimos sujetos a ciclos de vidas cada vez más acelerados.
Analizar y adoptar decisiones en función de paradigmas o conceptos que no corresponden a las nuevas necesidades del mercado, a las nuevas maneras de procesar los bienes y servicios, que no concuerdan con las actuales necesidades de los consumidores en cuanto a valor agregado, que no permiten tomar eficaces decisiones en materia económica y financiera, es administrar erróneamente la empresa. Para ello los directivos no sólo deben readaptar sus conceptos, sino que deben revisar éstos de forma continua para no sólo estar al día con los paradigmas, sino además adoptar actitudes proactivas que le permitan generar las nuevas reglas que dominarán al mercado. Los técnicos, profesionales, directivos y líderes, no sólo deben poseer el más actualizado y profundo conocimiento técnico, sino además poseer conocimientos que marquen la diferencia con sus rivales y competidores. Deberán adquirir conocimientos en materia de Programación Neurolingüística, Pensamiento Lateral, Creatividad, Imaginización, Innovación, Pensamiento Sistémico, Administración Quántica, Inteligencia Emocional, e Intuición. Los que piensen que en el siglo XXI puede administrarse usando sólo un lado del cerebro están desperdiciando el gran potencial diferenciador del lado derecho del cerebro. Los japoneses al desperdicio lo llaman muda, cabría preguntarse que tanto desperdicia Usted y su empresa las capacidades intuitivas, creativas, imaginativas e innovadoras, y que tanto se preocupa en desarrollarlas y darles cabida en sus planes y estrategias de negocios.
Mauricio Lefcovich es Director de la Consultora Lefcovich & Asociados