Autora: Elena Fernández
Fecha de publicación en Neuronilla: 06/10/2008
Como cada año, estamos deseando irnos de vacaciones confiando en conseguir para septiembre nuevos proyectos que nos hagan apasionarnos y sentir que avanzamos en nuestro ámbito profesional. Que nos hagan sentir vivos y con energía. De manera que a priori este estado será el que potencie o disminuya la consecución de logros.
No sólo el directivo sino también sus colaboradores pueden sentirse inmersos en una nebulosa de apatía, y sin suficiente energía para emprender nuevos retos. ¿Qué podemos hacer para que las emociones sean motor impulsor en este proceso que se repite todos los años?